lunes, 21 de febrero de 2011

SIGILO



A tientas, con el cuidado
de quien invade lo prohibido,
penetras la vastedad arcana,
en tus manos una débil candela.

Pretendes descubrir espacios
in
son
da
bles,
amanecer del otro lado
de la sombra,
apresar la luz esquiva,
el aura que nunca vieron
las miradas.

Sólo apresas un leve resplandor
que la bóveda oscura acrecienta.
Mas tu ilusión cree descubrir el fuego,
su origen,
con los ojos ciegos de ceniza,
con un nervio de calladas pulsaciones.

Del libro En la deriva del tiempo. I Premio del Certamen Ciudad de Trujillo 2001

martes, 15 de febrero de 2011

ABUELA...


febrero es un buen mes para morir,
un suspiro apenas en el calendario,
que acosa los postigos y hace temblar
las aldabas con su viento,
el mismo viento que mueve la angustia
desde la memoria y la hace crecer
en el presente, sin que podamos gobernarla.

Imagina la muerte en primavera,
cuando las flores llenan la mirada,
y el verde de los trigos es ese mar
de límites precisos por donde navega el sustento.
O en el verano, con la luz del mediodía
alargando su esplendor hasta las horas
del sereno, pausadas en la conversación
que hace brotar la hierba del recuerdo.

Y más adelante, al borde del otoño-
tiempo en que el pensar se hace nostalgia,
dulce a veces-, cuando las huellas amadas
emprenden el adiós, y queda en el espacio
un doloroso vacío, terrazgo
donde la soledad germina frutos vanos.

Mejor ahora, con tiempo de ventisca,
con este airón amenazando los quicios
y la nieve agolpada en los portales.
Mucho mejor la muerte ahora,
con tanto frío ahí en la calle
que da gusto morirse entre sábanas
de holanda, con las manos ateridas
buscando el rescoldo de otras manos,
para no ver así los copos del hambre
sembrando la desazón en la tierra,
ni escuchar un viento que nunca retrocede,
por más que amurallemos los sentidos.



Ganador del Primer Premio “El Yantar de Pedraza” 1993

viernes, 11 de febrero de 2011

CONTEMPLACIÓN


Me dispongo a esperar a la noche,
la música lejana
(borrosos los perfiles),
el parpadeo tímido de luces
recién amanecidas,
la luna un cuenco transparente
que reúne en su barro las ausencias.

El pinar, resguardado en su foscor
inicia su letargo,
y es un agua amorosa lo que sueña
la savia hecha silencio.

Golondrinas de vuelos presurosos
aceleran la tarde,
a la hora sin dueño en que su calma
con fruición se respira.








Publicado en la revista de Artes y Letras “Luces y sombras”
Diciembre 2010