viernes, 10 de junio de 2011

LABERINTO


Quieres saber qué hay dentro de ti,
y te preguntas desde la incertidumbre
que habita los ríos invisibles,
y sigues el discurrir de las venas
hasta la mar del corazón,
recorres sus abismos insondables
extraviado como un náufrago.

Rompes luego la víscera
para ensayar una muerte
que ofrezca a tus ojos la respuesta.
(Palabras crecidas en la soledad
de un recinto que guarda lo sagrado
envuelto en tímidos albores, luminarias
que dejaron un poso de luz en los sentidos,
y fueron tacto de tu piel, resplandor
que enciende el párpado, le da aliento
y baja sin prisas a los labios
por la vía eléctrica del nervio,
es un instante suave roce, apenas beso
que se prende en la saliva y es allí manjar
que dura la pausa de la degustación)

Al terminar la singladura has aprendido
tu más secreta anatomía.
Ahora conoces el centro de los nervios,
el temblor de sus espasmos,
la muralla que protege el corazón,
el origen del aire que respiras,
la cámara que estrecha tus ahogos.
En el cansancio de la ribera sientes
que no te da contento lo ganado,
y te preguntas si la mar del río
es siempre morir
-la única verdad, al fin y al cabo-,
o es el agua una ilusión
que forma corrientes sin medida.


Del libro En la deriva del tiempo. I Premio del Certamen Ciudad de Trujillo 2001