miércoles, 29 de diciembre de 2010

SÁBADO TARDE EN EL PINAR


Entregamos los pies a la ventura,
las flores de arena, los tomillos,
el cantueso que no cede su aroma
a los estragos de la sed,
y ese crujir de la hojarasca,
amable precursora del otoño.
Más abajo, oscuros manantiales
escriben los senderos del agua,
conducen la memoria hacia el pasado.
“Te enseñaré el prodigio
de su arduo alumbramiento:
gotas que ascienden como empujadas
por mano de la tierra,
por raíces con vocación de tallos;
te enseñaré el origen del poema,
el vientre en que se gestan las palabras,
su fluir por los aliviaderos del alma
hacia un cauce de verdor, y sus pájaros,
con melodías de agua y piedra”.

Me enseñaré a mí mismo lo observado,
esa primera vez que cautiva el mirar,
y así los recuerdos serán nuestros.
El agua que se va nos saciará mañana,
tan fresca como ahora,
tan nítido el canto, su melodía,
cuando el soñar nos lleve a su ribera.


Publicado en la revista de Artes y Letras “Luces y sombras”
Diciembre 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario